viernes, 28 de septiembre de 2012

Un poema para el fin de semana #9

File:Chassériau, Théodore - Sappho Leaping into the Sea from the Leucadian Promontory - c. 1840.jpg
Safo saltando al mar desde el promontorio leucadio. Théodore Chassériau

Hoy, por primera vez en el blog, traigo un par de poesías de autores clásicos grecolatinos. Me encanta la cultura clásica desde que era adolescente, aunque no le he dedicado todavía ningún espacio en este pequeño rincón de Internet. El otro día se me ocurrió compartir con vosotros un poema de Catulo, autor que leí con fruición en mi época universitaria. Es cierto que buena parte de su poética es obscena y soez, pero tiene bellísimos poemas de amor. Cuando leí de nuevo el poema, me acordé de que está inspirado en uno de la poetisa griega Safo.

La imagen con la que acompaño esta entrada pertenece a un cuadro del pintor romántico francés Théodore Chassériau. Se desconoce cómo fue la vida de Safo, pero a través de su poesía muchos han querido vislumbrar su biografía. Según una leyenda, la poetisa puso fin a sus días arrojándose desde un risco en la isla de Léucade, al sufrir un desengaño amoroso.

Os dejo con el poema de Catulo y con el de Safo.


Aquél me parece igual a un dios,
aquél, si es posible, superior a los dioses,
quien sentado frente a ti sin cesar te
contempla y oye
tu dulce sonrisa; ello trastorna, desgraciado
de mí, todos mis sentidos: en cuanto te
miro, Lesbia, mi garganta queda
sin voz,
mi lengua se paraliza, sutil llama
recorre mis miembros, los dos oídos me
zumban con su propio tintineo y una doble noche
cubre mis ojos.
El ocio, Catulo, no te conviene,
con el ocio te apasionas y excitas demasiado:
el ocio arruinó antes a reyes  y
ciudades florecientes.

Catulo

Me parece el igual de un dios, el hombre
que frente a ti se sienta, y tan de cerca
te escucha absorto hablarte con dulzura
y reírte con amor.
Eso, no miento, no, me sobresalta
dentro del pecho el corazón; pues
te miro un solo instante, ya no puedo
decir ni una palabra,
 la lengua se me hiela, y un sutil
fuego no tarda en recorrer mi piel,
mis ojos no ven nada, y el oído
me zumba, y un sudor
frío me cubre, y un temblor me agita
todo el cuerpo, y estoy, más que la hierba,
pálida, y siento que me falta poco
para quedarme muerta.

Safo

Besos,

Teresa



4 comentarios:

  1. Me encanta Safo, sus poemas son una delicia, sin embargo de Catulo no había leído nada aún y me ha sorprendido el poema que nos traes, me ha gustado mucho. Un besazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro de haberte descubierto un poeta al que hasta ahora no habías leído. En mi opinión, merece muchísimo la pena leer a los clásicos. Lástima que mi nivel de latín no sea como el de antes.
      Un beso!

      Eliminar
  2. Pues voy al contrario que Carol. De Catulo sí que había leído antes, sobre todo en mi época universitaria también. Y sus versos me gustaban mucho, hasta los subiditos de tono. De Safo, en cambio, no había leído nada. Y este poema me ha gustado mucho. VOy a tener que curiosear un poco por su obra.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí me parece mentira que poetas que vivieron hace tantísimos siglos puedan seguir produciéndonos unas emociones tan cercanas. Supongo que por algo son universales. A pesar de que su obra está muy fragmentada, merece la pena echarle un vistazo.
      Besos!

      Eliminar